25 abril 2007

RESEÑA DE CAPÍTULO SIETE

Aprender en comunidades reflexivas y cooperativas utilizando las nuevas tecnologías

La mayor parte del aprendizaje se desarrolla a través del diálogo reflexivo y la colaboración; por otro lado, lo ideal es que sea dentro de una comunidad dónde la confianza, respeto y reciprocidad pasan a ser fundamentales dentro de las formas de trabajo. Sin embargo aún existen aulas en las que esto es imposible de realizar, tratar de llevar el dialogar con el mundo exterior e incluso hasta suele desalentarse la conversación entre los compañeros de clase. Las nuevas tecnologías de la comunicación, incluyendo la Web, ofrecen un medio valioso de superar ese aislamiento de docentes y alumnos en las escuelas.
Este capítulo se concentra en cómo utilizar las nuevas tecnologías para promover comunidades reflexivas y cooperativas.
El aprendizaje es un proceso social mediado por el lenguaje y progresa en virtud de la interpretación y negociación de la significación de otras personas. Las personas aprenden a reflexionando sobre lo que saben, considerando ideas procedentes de múltiples perspectivas y analizando su experiencia en marcos interpretativos alternativos. La colaboración con otros por medio de las comunidades enriquece la capacidad de desarrollar y aplicar ideas. Quiénes comparten un curso pueden contribuir con diferentes tipos de conocimientos, habilidades y aptitudes para la contribución de un proyecto conjunto, lo que permite tener una ayuda recíproca para aclarar dudas y percepciones comprendidas sólo parcialmente. El aprendizaje cooperativo es particularmente valioso cuando se da en una comunidad de aprendices que presentan intereses comunes y logran sentirse unidos por normas y compromisos compartidos, aún cuando los miembros de esa comunidad difieran enormemente en cuanto a sus opiniones y antecedentes.
El hecho de hacer que los estudiantes participen en comunidades reflexivas y cooperativas es importante, no sólo porque promueve la comprensión de contenido académico; también lo es porque tales experiencias enseñan a participar en equipo con el propósito de resolver problemas y crear productos que ninguno de sus miembros podría lograr por sí solo.
En su análisis de las “nuevas aptitudes básicas” que los empleadores demandan de quienes aspiran un puesto, Murnane y Levy comprobaron que “saber comunicarse y colaborar efectivamente en grupos” era un requisito de absoluta prioridad. Aprender mediante el intercambio con otros miembros de una comunidad sobre cuestiones importantes para el grupo, esto ayuda a los estudiantes a conectar su trabajo académico con intereses auténticos, a aprovechar una amplia gama de recursos y potencialmente a hacer una contribución significativa de su comunidad. Estas ventajas existen independientemente de las dimensiones de la comunidad, que puede estar formada sencillamente por los compañeros de una misma clase o por los miembros de una institución educativa, logrando que alumnos y docentes aprecien las semejanzas y las diferencias que se tienen sobre algún tema en específico
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